Áfricah.

 

Camino fuerte y obediente bajo el sol naciente, el canto del viento yace en mis oídos y siento el tacto natural de una madre ancestral. Namasté.

Fue un gusto.

Aunque seas invisible veo a través de ti.

Entre una mirada fría y un trago amargo cuestiono esta despedida a tu ausencia, mis labios oscilan para este adiós, mientras los tuyos se pierden entre besos de alguien más.

Despedí tu recuerdo con un fuerte suspiro, de esos que se llevan tu alma y quiebran sueños, de esos que te dejan sin aliento con el cuerpo cansado.

Y cuando mi cuerpo termine de llorar, no quiero luz de luna para esta noche triste...