"Una vez más mi cuerpo aborda el tuyo, viaje que conocemos perfectamente tu y yo juntos. Mis manos te recorren paulatinamente, mis ojos regalan al recuerdo la sustancia de otro cuerpo".
Me disipo en tu piel tras una gran mentira, "eres el último", rememorando nítidamente el rostro del hombre anterior, llegando a sentir incluso las gotas de su pecho caer en mi espalda.
He llegado a sentir tantas manos en mi cuerpo que suelo dudar de que realmente sea mio. Siempre mantengo mis manos abiertas y mis ganas muy bien estimuladas, siento que me expreso mejor con mi cuerpo que con palabras. Busco sentir como mis dedos acarician mis labios, como mis labios beben esa última gota de vino, aquella tan difícil de beber porque casi nunca llega al canto de la copa, se queda a medio camino, como mis ganas de amar.
Soy capaz de adaptarme a cualquier postura, todas las tengo recopiladas en mente una a una, como el aroma de cada hombre con el que he estado, la lucidez de mi mente es tan solo deslumbrada por un orgasmo, única forma de terminar la folie de la libertad, un grito desesperado del alma al sentirse cedida por el viento y dispersa entre luces apagadas y jadeos pausados, seguidos de una mirada ajena, de una sonrisa imperfecta y de un pudor que se hace latente al encender las luces.
Me gusta el sexo, pero me mortifica saber que tantos hombres buscan solo eso en mi, y después de dado el acto, se esfuman como mis sueños de tener a alguien a mi lado al despertar, a pesar de todo soy mujer y me lastima.
Amor es prosa
Sexo es poesía...